miércoles, septiembre 14, 2005

RETROTRACCIÓN I

La copa de vino se tambaleaba al ritmo de las melancolías. El calor de las superficies rústicas atenuaba las circunstancias y nos sobreponía en el parduzco sentir de la noche. Sentía su respiración de uva en mi rostro y veía una constelación en sus ojos formada por el reflejo de las velas. Las lágrimas habían limpiado sus mejillas y se secaban. También yo había estado llorando. A la voz de nuestros suspiros se sumaba un leve mareo. El borde azucarado de la copa nos llevó hasta nuestra infancia.

— ¿Te acuerdas de esos días, cuando jugábamos en la arenera?
—Algo.
—Construía castillos enormes y soñaba con habitarlos. Llevaba siempre mi lonchera roja y nunca me separaba de ella. ¿Te acuerdas de la niña de la lonchera roja?
— ¿Eras tú? —pregunté.
—Sí, era yo.
—Te he esperado toda mi vida, ¿por qué no llegaste antes?

Nos abrazamos, nos besamos y lloramos como niños, bajo el fluir de la música y el arder del alcohol…


David Escandón V.