lunes, octubre 10, 2005

Pulsión

Y las gotas azotaban las terrazas.
En el extenso despliegue
de debilidades fecundas,
el corrosivo deambular
de las aflicciones desmembraba
las líneas horizontales de la ciudad.

Sus dientes desentrañaban la tierra,
sepultábanla bajo el tibio manto de asfalto.
La fundían inconsciente
con la arbitrariedad de los sonidos.
«Abril es el mes más cruel»,
se quejaba incesantemente
en el transcurrir de su descenso.

La lluvia no cedía, y limpiaba la sangre
de los cuerpos abatidos.
Las vigas se consumían en el vacío
de cientos de espectadores
que se limitaban a atestiguar aquella atrocidad.
Muda, siempre muda.
Indiferente.
Se ahogaba bajo pisadas,
sin lágrimas de angustia…