viernes, septiembre 23, 2005

RETROTRACCIÓN IV

Recostados sobre la mesa, llena de grasa y algo pegajosa por los restos de comida, jugábamos a descubrirnos. Unos días atrás la había encontrado, libre, rozagante, hermosa. Ahora, como un milagro inconcebible, estaba sentada a mi lado, tomando mi mano. Las circunstancias que conllevaron a ese momento aún las ignoro, pues para mí hubo un salto en el tiempo. Y de haberme preguntado los motivos que impulsaron a esa hermosísima niña a fijar su atención en mí, quizás habría desenmascarado la faz que siempre pretendí desconocer. Lo único que importaba era tenerla a mi lado, desconectada de toda realidad.

Su rostro se iluminaba con una sonrisa, con una historia increíblemente nimia e infinitamente divertida. Mi corazón también estaba iluminado; compartíamos un sueño irrealizable. Era la magia del primer amor y del primer fantasma. No importaba si teníamos 10 años, o simplemente 23…


David Escandón V.

domingo, septiembre 18, 2005

RETROTRACCIÓN III

Clavé la mirada en sus ojos verdes, humedecidos por el tenue caudal de lágrimas que nunca cayeron. Luego tomé su mano y sin apartar la mirada esperé el momento apropiado para hablar. ¿Qué más dulce que la ingenua pretensión de jurar amor eterno? La lluvia que golpeaba la ventana se detuvo para abrir paso a las palabras.

— ¿El amor es sacrificio?
—Sí.
— ¿Dar la vida por el otro?
—No hay duda.
— ¿Darías tu vida por mí?
—Tú sabes que lo haría cuantas veces fuera necesario —dijo ella—.

Sonreímos los dos, plácidamente. Tal vez yo más que ella, pues nunca sospeché que dar la vida (tal como ella lo entendió) era donar un riñón o hacer una transfusión de sangre en caso de accidente…


David Escandón V.

jueves, septiembre 15, 2005

RETROTRACCIÓN II

Un papel en blanco reposaba sobre la superficie de mi escritorio de madera. Tenía un lápiz en mis manos y esperaba poder escribirle algo. Pensé durante horas todo lo que tenía que decirle a esa mujer para que entendiera cuánto la amaba. La luz de la tarde se filtraba por la persiana y trazaba el camino exacto donde debían dirigirse mis palabras. Juro que tenía miles de cosas por decir y odiaba tener que guardarlas dentro. Mi apatía no me habría permitido hacerlo, aún teniendo la oportunidad en frente.

Esa hoja blanca me incitaba a hacer eso que jamás debí, ni siquiera, haber pensado. Hacía más de un mes que ella había partido. Quería escribirle una carta, pero no podía. Ese papel, casto y puro, no era mío, era de ella; todo lo que había querido decirme desde que se fue…




David Escandón V.

miércoles, septiembre 14, 2005

RETROTRACCIÓN I

La copa de vino se tambaleaba al ritmo de las melancolías. El calor de las superficies rústicas atenuaba las circunstancias y nos sobreponía en el parduzco sentir de la noche. Sentía su respiración de uva en mi rostro y veía una constelación en sus ojos formada por el reflejo de las velas. Las lágrimas habían limpiado sus mejillas y se secaban. También yo había estado llorando. A la voz de nuestros suspiros se sumaba un leve mareo. El borde azucarado de la copa nos llevó hasta nuestra infancia.

— ¿Te acuerdas de esos días, cuando jugábamos en la arenera?
—Algo.
—Construía castillos enormes y soñaba con habitarlos. Llevaba siempre mi lonchera roja y nunca me separaba de ella. ¿Te acuerdas de la niña de la lonchera roja?
— ¿Eras tú? —pregunté.
—Sí, era yo.
—Te he esperado toda mi vida, ¿por qué no llegaste antes?

Nos abrazamos, nos besamos y lloramos como niños, bajo el fluir de la música y el arder del alcohol…


David Escandón V.